que asimila otros versos,
inventados, en pozos vacíos.
el amor que te debo, casi todo,
pero se interpone el verbo,
herido, de tu adiós, desesperado.
No puedo mentirte más...
pero no dejas otra opción
que la de pensarte versos
inacabados, siempre estériles,
de besos, caricias y orgasmos
todos ellos, con mi nombre
equivocado, casi enredado.
En su día hasta quise robarte este poema por su perfección, cosa que sigue siendo así; hoy añado que es doloroso hasta el extremo... es un golpe directo al corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡No se pueden robar los regalos!... bueno, sí se puede pero tu psicoanalista te cobrará el doble.
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