sábado, 5 de diciembre de 2009

Un ciprés en política


EL INTERROGATORIO, 20 de junio de 1992





- Te juro que hace más de diez años que soy comisario y que tú no serás el primer chulo que se vaya de esta sala sin cantarme la Traviata, ¿estamos?.


No soy chulo. Sólo le digo que no sé de qué me hablan.


- ¡Vaya hombre!, el “rubito” de ojos azules no sabe de que le hablamos…





Resonó otra bofetada, de palma plana, por las paredes grises de la salita de interrogatorios de la comisaría de la calle Balmes. Un nuevo reguero de sangre resbaló bordeando los labios hinchados del detenido.





- Te recuerdo – continuó el comisario Ávalos – que te hemos detenido tirado al lado de una rubia de tetas grandes – hizo una pausa teatral - con tres agujeros de una 9 mm que, casualmente, estaba dentro de tu chaqueta.


- No recuerdo nada y repito que quiero un abogado. – Dijo el detenido.


- ¡Cuánto daño ha hecho Hollywood! – soltó el otro policía que acompañaba a Ávalos. Se levantó de su silla de plástico y acercó su rostro al reo. Automáticamente y a pesar del dolor por las bofetadas recibidas, un gesto de asco se dibujó en el rostro del hombre debido al vaho invisible de ajo que salió, furibundo, a través de los amarillos dientes del policía – Te he dicho ya que tendrás tú abogado y un forense para que te diseccione si no nos dices ya qué hacías tirado, con la polla entre las manos, al lado de una tipa asesinada con más agujeros que el banco de Mario Conde.





De pronto llamaron a la puerta y entró un hombre vestido con traje azul marino, camisa blanca y corbata azulgrana. El comisario Ávalos, al verle entrar, torció el morro y soltó un “cagondios” que se tuvo que oír hasta en Plaza Catalunya. Miró al nuevo inquilino del escenario y le dijo:


- Carreras, no hace falta que me preguntes porqué tiene un ojo amoratado y algo de sangre por la boca. Se ha caído accidentalmente cuando iba a ir al baño. ¿Está claro?


- Está claro, Ávalos. No sé que ocurre que cuando os juntáis Bermúdez y tú para interrogar un sospechoso, algún hijo puta se dedica a tirar jabón en el camino que lleva de aquí al baño. Y ahora caballeros, si me lo permiten, quiero hablar con mi cliente; porque me aceptas como tu abogado, ¿verdad hijo?.





Con una cara de pocos amigos que empezaba a recordar a la De Niro al final de Toro Salvaje, el detenido asintió con la cabeza.





- Bien, amigos aprendices del gran Holyfield, déjenme a solas con mi cliente. – dijo el abogado Carreras dirigiéndose a los malhumorados agentes. Estos salieron de la sala sin dejar de mirar al letrado con cara de rottweiler.





- Escúchame hijo. No me andaré con rodeos. Soy el abogado de oficio que te ha tocado en suerte; y ha sido mucha, créeme. Aunque ésta ha tenido poco que ver en mi designación. Pero eso no nos debe preocupar ahora. Tu caso me interesa de manera digamos que especial. No todos los días uno tiene la fortuna de poder defender al presunto asesino de una señorita que, entre otras cosas, era la amiguita de alguien muy importante. Así que, estimado señor Cayetano Madrid, cuénteme todo lo que un abogado defensor debería saber. Y no te dejes una coma que me puedes cambiar los significados, ¿de acuerdo?.


- ¡Joder!, ¿todos los que entráis aquí con corbata sois tan chulos como parece o es que las hostias me han desbordado la imaginación?... para empezar decirte que no tengo ni puta idea de quien ha matado a “la Paqui” ni a quien se tiraba. La he conocido esta misma tarde. Era mi cita concertada a través de una agencia matrimonial de la calle Aragón con Balmes. Habíamos quedado a las siete en el Bar Zurich de Plaza Cataluña. Tomamos un par de cubalibres y decidí invitarla a cenar. La verdad es que la “pava” estaba cañón. Yo me esperaba que las tías de la agencia serían unas viejas necesitadas de afecto carnal y con unos bolsos cargaditos de billetes de cinco mil. Pero al ver a Paquita Vargas, que es… bueno, era como se llamaba la malograda, pensé que el negocio se podía ir a tomar por culo por un día. Que la pájara tenía un escote que haría saltar las alarmas del Corte Inglés y yo estaba “pinocho” nada más verla. En fin, que tenía mil duros en el bolsillo y pensaba invertirlos en un cocedero de marisco de Sants y en una habitación en la Pensión del Carmen que, como ya me conocen por esos lares y me fían en caso que, la inversión en Albariño necesaria para ablandar a la “pardala”, hubiera requerido de todas mis existencias monetarias. Pero la rubia aguantaba el tipo, ¡joder si lo aguantaba!. Tres botellas de vino y dos rondas de chupitos y tan feliz. Yo te juro que empezaba a notar la lengua de trapo y la risa floja. Pero a ella le divertía y pensé que si ese era su juego, yo no me iba a echar atrás una vez que tengo al alcance una escalera de color. Tras la cena me dijo que tenía ganas de otra copa y de bailar un rato. Me propuso ir al Tilos, en Pedralbes. A mí, que tras la cena apenas me quedaban mil doscientas pesetas, graciosillo que estaba le dije que me quedaba poca “guita”. Pero ella me dijo que ahora le tocaba invitar a ella y que no me preocupara. ¡Cojonudo! pensé, y para allá que nos fuimos con mi 205, ¡ojo, 205 plus!. Llegamos al local y la verdad es que no había mucho ambiente. Pero eso a ella le dio igual, estaba como muy interesada en ir a Tilos sí o sí. Me invitó a tres cubalibres y luego me dijo de ir al karaoke que está en la carpa del local; que por cierto me tocó cantar una de Radio Futura y soné como si cantara la Jurado. Ella se reía con unas carcajadas algo exageradas a pesar que yo cantara como un perro con anginas. Era como si quisiera que todo el local la viera, que notasen que ahí estaba ella. Tras el karaoke nos tomamos otro cubalibre, a “Sant Hilari” propuso la cabrona, que me sentó como un pedo al revés, como para adentro, y de ahí poco más recuerdo. Me entraron unos sudores fríos y busqué un sofá. Me tumbé y me dormí. Lo siguiente que recuerdo es que estaba tumbado en un descampado al principio de la Meridiana y que la policía me estaba dando un saco de hostias. Tenía los pantalones y los “gallumbos” por los tobillos y la rubia con tres tiros a mi lado con los ojos abiertos como platos.





REUNIÓN CON EL JUEZ BALMANYA, 25 de junio de 1992





Lo cierto es que al abogado Carreras no le sorprendió que el juez instructor del caso, el excelentísimo señor Balmanya, conocido por su cercanía casi emocional con CIU, le llamara para invitarle a una reunión en su domicilio particular. A solas, además.Instalado cómodamente en un sofá negro de piel y armado con un Chivas 15 años sin hielo en la mano, decidió que no se lo iba a poner fácil a Balmanya.





- Bueno Carreras, imagino que sabes porque estás aquí. – El abogado levantó una ceja, sonrió al juez, y afirmó con la cabeza mientras acercaba el Chivas hacia la boca. – No me andaré con rodeos. – continuó Balmanya – Vosotros los sociatas más descontentos con vuestro número uno os pensáis que tenéis en estos momentos la sartén por el mango, pero no es así. Pensáis que podéis jodernos si se destapa lo de ésta Paquita Vargas por su presunta relación con “el nen” de “L’Honorable”. Pero ya te digo yo que al bueno de Raimón le faltan narices para ello. Y eso tú lo sabes bien; que por eso no se te quita esa sonrisa estúpida de la cara desde que tus amigos del PSC te han asignado el caso. Raimón Obiols sabe que en dos o tres años tendrá un retiro dorado y podrá jubilarse de la vida política con la tranquilidad de no haberle tocado los huevos al “President”. Tendrá el puesto que él quiera, incluso podrá disponer de su sillón en la eurocámara si así lo quiere y se lo propone. Podrá vivir del cuento unos añitos. Es un buen político ya que no se ha generado demasiados enemigos fuera del partido. Y ahora vosotros vais a llevarle este cuento para presionarle y que le toque los cojones a Pujol. Bien sabes que Obiols no va a entrar al juego y le chantajearéis para que ceda su puesto a alguno de vuestra cuerda. Y ahora claro, con ese petardo de quinientas pesetas relleno de mierda que tienes te crees el rey del mambo. Los de izquierdas nunca llegaréis a nada. Tanta horizontalidad pero sois capaces de cualquier cosa con tal que el líder del partido sea uno de vuestra camarilla.





Carreras cargó el peso de su cuerpo hacia la nalga derecha, carraspeó y miró al juez. Dejó lentamente el vaso sobre la mesita y dijo:





- Joder Balmanya, quería ponerte un poco difícil lo de nuestra reunión pero no dejas meter baza, condenado. No te diré que no te falta razón con lo de Obiols. Le faltan agallas para plantar cara al enano del cetro. Sinceramente, creo que nos podríamos entender tú y yo si queremos. Verás, soltar la mierda que tenemos bajo llave le puede dar un disgusto al pequeño jefe. Todos sabemos de ese afán sucesor que tiene la derecha en este país. Y que “el nen” se ponga burro con las charnegas y que las acabe matando no debe ser muy bueno para el corazón del “President” si se hace vox pupuli. Otra cosa sería que nadie se enterara, ¿verdad?. Pero ocurre una cosa, Balmanya: me encanta la información que tengo pero me disgusta la idea de encerrar a un inocente. Por no decir que eso de ir cargándose tías buenas de cascos flojos está muy mal. Sois unos chapuceros y unos aguafiestas.





- Detén la caballería, abogado – dijo el juez, dando la espalda a Carreras y fijando la vista hacia los ventanales que daban a un bonito y cuidado jardín.





No me andaré por las ramas, Carreras. Tú y yo tenemos que salir de esta sala con un trato bajo el brazo. A vosotros os interesa desbancar a Obiols y a nosotros que esto no salga a la luz. Además, a ti te ha salido alma de buen samaritano y quieres que al folla-viejas no le pase nada. Por lo que sé de ese tal Cayetano no creo que sea muy difícil taparle la boca con dinero y con un buen susto para garantizar su silencio. De la fiscalía nos encargamos nosotros y no pondrán muchas pegas para que el caso quede sobreseído. El problema está en esos amigos vuestros de El Periódico que no sé si estarán muy por la labor de callar la boca cuando se tratan cosas serías, como hace toda la prensa de bien. Ves Carreras como es mucho más interesante la política cuando uno es capaz de atar en corto a su prensa. Si es que los de izquierdas sois unos aficionados. Mira, dentro de un mes van a ser las olimpiadas. Nosotros os garantizamos que no nos se va a ver el pelo en el acontecimiento. Dejaremos que los socialistas disfrutéis del caramelo a solas y nos quedaremos tranquilos hasta después de los juegos. Aprovéchense de esa fuente inagotable de noticias que son los juegos para que vuestros perros de la prensa estén distraídos y pasen por alto ciertas noticias locales más propias de El Caso que no de la prensa seria. Habla con Narcís Serra. Él sabrá como gestionar este asunto. No hace falta que esto llegue a Madrid. Vosotros solitos sois capaces de resolver vuestra ansiada sucesión sin que tengan que venir los mayores de la capital a que os lo solucionen. Si me prometes que puedes gestionar el “affaire del nen” sin que salga a la luz pública para lograr vuestros intereses, te aseguro que tu defendido podrá iniciar una nueva vida tocándoselos en la República Dominicana y con una cuenta bancaria digna de nuevo rico.





El abogado Carreras salió de la casa del juez Balmanya con la sensación de ser un pelele con suerte. Cierto era que había conseguido un trato satisfactorio, pero sabía que lo había conseguido porque ya entraba en los planes de Balmanya. Era como si la final de Wembley, a la que asistió, hubiera sido un partido amañado.





Se entretuvo un rato en el bingo de la calle Bailén y llegó a casa poco antes de la medianoche. Nada más entrar observó el parpadeo rojo de su contestador automático. Se sirvió un J&B con hielo y pulsó el “play” del aparato.





- Señor Carreras, soy el juez Balmanya. Tengo que decirle que lo que me ha propuesto esta tarde en mi casa es inaceptable. Y haga el favor de no molestarme más o tomaré medidas judiciales.





Carreras puso cara de póquer y dio a la tecla que daba paso al siguiente mensaje. - Carreras, soy Llopis. ¿Dónde cojones estás?. Esta tarde no te has pasado por la oficina y me he comido yo todo el marrón. Cayetano Madrid se ha suicidado hace unas horas y ha dejado una nota reconociendo el asesinato de la Vargas. Por cierto, Paquita Vargas desde hace sólo dos años. ¿Te acuerdas que hace poco comentamos tú y yo que hacía tiempo que no habíamos visto por el juzgado al “Paco chupa-Vèrgas”?. Ata cabos, machote. “El Paco” pasó por quirófano y lo cierto es que, viendo las fotos, el cirujano hizo un buen trabajo. “La Paqui” daba el pego, el hijo puta.Bueno, necesito que vengas a la oficina cagando leches, machote. -Carreras se fue a la cama con la necesidad de sentir la soledad de la derrota.



CENA “CATALANS DE L’ANY”, 18 de diciembre de 1999



El diputado Carreras llegó poco antes del inicio de los discursos. Iba acompañado de la doctora Khuïnn, su última conquista. Una belleza rubia procedente de la Laponia rusa y que estaba realizando un curso de seis meses en Can Ruti de cirugía cardiaca. El azar hizo que se sentaran en la misma mesa en la que estaba uno de los futuros galardonados de la noche, el recién jubilado juez Balmanya, al que le acompañaba su emperifollada esposa. Se miraron, intercambiaron un saludo frío pero cortés y disfrutaron de una velada algo pesada debido a los constantes discursos poco originales de los premiados.



Pasaron varias horas entre platos de nueva cocina y ya con las reivindicaciones gremiales de los galardonados desde el atril finiquitadas, el acto tocaba a su fin. Los invitados deambulaban de una mesa a otra: unos felicitando a los ganadores y otros plasmando las primeras obras rupestres de lo que después se llamaría “social networking”. Prácticas que se han hecho toda la vida pero que la sociedad necesita rebautizarlas con nombres ingleses para disfrutar de una sensación de modernidad ética ficticia. Con la doctora Khuïnn enzarzada en una interesante y reiterada descripción de su tierra natal con la mujer de Balmanya, el juez aprovechó para sacar un par de puros habanos de su levita e invitó al diputado Carreras a acompañarle al salón de fumadores, instalado en una sala adyacente al “Hall” de entrada del Palau. Se sentaron uno frente al otro en un par de formidables butacones de piel granate y bajo un pequeño cartel que prohibía fumar en todo el recinto.



- ¿Cómo se encuentra, Balmanya?. Imagino que estará contento por este reconocimiento “póstumo” que la sociedad catalana le ha hecho.



- Veo que ya lo sabes, Carreras. Pronto un cáncer de páncreas me va a quitar de en medio. Pero he tenido una buena vida. No me quejo. Se acabó la partida y me iré de este mundo sabiendo que he jugado bien mis cartas en todas partidas en las que he estado. Pocos hombres pueden decir lo mismo.



Carreras dibujó en sus labios una sonrisa breve. Lanzó una incipiente columna horizontal de ceniza de su puro en el cenicero y contestó socarronamente al juez. – Lástima que no tenga un Chivas en las manos para alzar mi copa y brindar por tí, Balmanya. – Cambió el rictus con el que la sorna disfrazó su rostro y tornó la expresión de su cara en una fría y dura. - Por lo que a mí respecta, debo darte la razón. Las pocas veces que he jugado contigo siempre he salido esquilado. De hecho, en nuestra última mano, recibí una lección que no he olvidado. Lo cierto es que vuestras apuestas eran para hombres hechos y derechos, no para simple aficionados como podía ser yo. Me jodió mucho lo del noventa y dos. Mientras me contabas un cuento chino en tu casa, por detrás os estabais cargando a un inocente y pintándome una cara de tonto que me costó Dios y ayuda desdibujarla. Eres un cabrón, Balmanya. Pero debo reconocer que te echaré de menos cuando te pongan el pijama de madera. No todas las vidas pueden ser contemporáneas con la de un Maquiavelo y, la mía, lo ha sido desde que te conocí. He aprendido cosas de ti, la discreción, por ejemplo. Cuando dejé la abogacía y entré definitivamente en política, apliqué esa lección. Siempre me he mantenido entre el quince y el veinte de la lista de Barcelona. Lo suficiente como para poder vivir bien en mi escaño sin que nadie tenga ni puta idea de quien soy. Nunca formaré parte de un gobierno pero pienso estar ahí mientras pueda. Tengo además de un buen sueldo, el mejor regalo de nuestra civilización: tengo tiempo libre.



- Me gusta que no seas rencoroso, diputado. – interrumpió el juez. - El rencor es mala compañera en política. Nunca sabes quien puede ser tu “partenaire” de cama en el futuro. No estropees nunca un polvo antes de echarlo. Tú has aprendido que no debes fiarte de tu intuición y ese conocimiento, querido amigo, es un valor en alza. Ya verás como en la capital, el emperador Aznar, hace mal uso de la suya. Tiempo al tiempo.Mira Carreras, has sido un tipo decente porque no has tenido más remedio y eso te honra. Otro en tu caso no sólo hubiera pillado un cabreo importante sino que además se habría ido de la lengua de manera estéril, pero no por ello menos perjudicial para todos. Me has demostrado que sabes nadar y guardar la ropa y, aunque en el caso concreto de aquel Cayetano Madrid no te sirviera al principio de mucho, estás viendo que puedes disfrutar de una vida cómoda como politicucho de segunda fila. Pero hazme caso Carreras, el tiempo sabrá recompensarte más todavía y, si quieres, en el futuro, siempre podrás disfrutar de un lugar entre nosotros. Han pasado unos cuantos años desde todo aquello y por eso te voy a contar lo siguiente. Además me quedan cuatro días y créeme si te digo que me he jubilado del todo y más aun sabiendo que Pujol está cansado. Sabe que la mierda de Banca Catalana queda muy lejos y que no le va ya a salpicar. Y también se ha dado cuenta que no puede pensar en sus retoños como sucesores. El que iba para heredero, tú más que nadie, sabes bien que no puede serlo. Y el otro “nen”, el joven lobezno, se parece a cualquier cosa menos a su padre. Nunca llegará a nada más que a ser el hijo de Pujol por muchos escaños que ocupe en el futuro. Y dentro del partido no hay nadie que pueda sustituir al President con garantías. “Sociatas”, estáis de enhorabuena. Yo no lo veré pero tendréis vuestro presidente en Catalunya bastante antes de lo que os pensáis. Pero no quiero despedirme de ti sin decirte una última cosa. Creo que te lo debo al fin y al cabo además de tenerte en gran estima. - Balmanya deslizó sus posaderas hacia el extremo del sillón e hizo un gesto a Carreras para que se le acercara un poco. - Mira diputado, aquello de la Vargas se nos fue de las manos y tú, aunque no lo sepas, fuiste el colaborador necesario para que no nos explotara en las manos. Aquel que creías inocente, no lo era. Cayetano Madrid era nuestro hombre “basurero”. Era el tipo que debía limpiarnos la mierda pero se ve que se le daba mejor esparcirla que no recogerla. Lo cierto es que era la primera vez que lo utilizábamos. Su predecesor nos había abandonado hacía un par de meses y, sinceramente, contratamos al primer tipo que nos pareció apropiado. Nos equivocamos. Cayetano era un chapucero. Además, por lo visto, también tenía los mismos gustos que el “nen” del President y quiso jugar con el ciprés de la Vargas antes de plantarlo en el cementerio. Parece que Madrid siempre tiene que jodernos de alguna manera. En fin, un desastre que no hace falta que te relate. Ya tienes suficiente información como para acabar tú solito la historia. En fin, Carreras: no te fíes de tu intuición que no es precisamente la virtud en la que destacas... Lo tienes todo para ser un buen político, machote. - dijo con cierto cariño al final de su peyorata. Y sin decir nada más, el juez Balmanya se levantó, dio una palmadita amable en la mejilla de Carreras y se fue en busca de su esposa.



Mientras la doctora Khuïnn conducía, Carreras iba en el asiento de al lado con los ojos cerrados. El cerebro de Carreras estaba ocupado con dos sensaciones ciertamente desagradables. La primera residía en una enorme brecha en el orgullo. Si hay algo peor que ser un don nadie, una marioneta, es ser consciente de ello.La otra sensación, aunque menos dolorosa, sí era más molesta.



No podía quitarse de la cabeza la última palabra del juez. Por mucho que lo intentaba, no recordaba quien le llamaba “machote” en el pasado, como había hecho el juez Balmanya, al despedirse de él por última vez en sus vidas.