lunes, 2 de marzo de 2009

EL DIARIO DE PATRICIA URQUIJO (Cuentito)


Página 137


14 de diciembre, lunes:


Esta mañana me he despertado fatal. He tenido examen de mates y lo voy a suspender. Mamá se lo va a tomar mal. Suerte que el pesado de papá me ayudará como siempre. Cuando traiga las notas a casa le necesitaré. En clase he visto a Javier. ¡Qué guapo y que poco caso me hace!. La imbécil de Laura lo tiene atontado. Eso de tener las tetas más grandes y el cerebro más pequeño del colegio se ve que puntúa. ¡Idiotas son los tíos!. Laura: estás muerta... Lo dejo por hoy. Papá está a punto de subir para darme los besitos de buenas noches... ¡Qué pesado!.


15 de diciembre, martes:


Con lo bien que empecé el día y lo mal que lo he terminado. Nada más llegar al instituto Javier se ha acercado a mí para preguntarme a qué hora teníamos el examen de historia. ¡Buah!, me he puesto roja como un tomate. Javier es diferente. En vez de reírse, me ha a sonreído y me ha guiñado un ojo antes de volver con sus colegas. Luego, poco a poco, el día se ha ido torciendo. El examen me ha ido mal. La ‘imbécil’, que me ha visto con Javier, se ha acercado para marcar el terreno. Ha venido con tres más de segundo y claro, como son mayores que yo, se aprovechan. ¡Yo qué culpa tengo que Javier esté repitiendo curso y la suerte lo haya puesto en mi clase!. ¡Imbéciles!. El pellizco de la gorda esa, que no sé como se llama, me duele. Suerte que el moratón que me ha hecho está cerca de los otros y papá no se dará cuenta. Hablando de papá; lo dejo por hoy que estará a punto de subir. ¡Qué pocas ganas tengo!. ¡Qué pesado!. A ver si se pone algo en esas manos que rascan mucho cuando me acaricia.


16 de diciembre, miércoles:


Mamá se ha ido de viaje. Desde que cambió de empleo pasa más tiempo en Ámsterdam que en casa. Igual, los viejos, acaban separándose. El poco tiempo que están juntos se lo pasan peleando. Si por lo menos no hubiera muerto Beti... La echo de menos. Mucho. Hay días en que aun la oigo llorar. Hoy no ha habido examen. Javier no ha venido al instituto. He intentado localizar a la ‘imbécil’ y tampoco la he visto. ¿Y si han hecho ‘campana’ juntos?. Me muero, me muero, me muero. Pero antes la mato. ¡Juro que la mato!. Papá estaba extraño en la cena. Me miraba raro. Además ha bebido mucho. No quiero que suba esta noche.


17 de diciembre, jueves:


Hoy no he ido a clase. Tras lo de anoche, esta mañana no tenía ganas de nada. Y sigo sin tenerlas.


18 de diciembre, viernes:


Ni ayer ni hoy he visto a papá. Fue todo tan extraño. No le he oído en todo el día pero sé que está en casa. Debe estar en el sótano; no me explico que hará tantas horas ahí metido. Espero que hoy no beba.


Página 138


Me duele todo. Papá nunca había sido tan bestia acariciando como ayer. No me gusta que me obligue a tocarle. Yo no quiero; pero es papá y debo hacerlo. Pero que no beba, por favor, que no beba. Cuando lo hace, como el otro día, todo es demasiado extraño y violento. No me gusta nada todo lo que tengo que hacer. Ya no tengo que volver al instituto hasta pasadas las navidades. No sé como lo haré para ver a Javier. No sé donde vive ni por donde andará. A la que sí puedo vigilar es a la ‘imbécil’ y saber alguna cosa con certeza ya de una vez por todas. Vive cerca de casa y no será difícil seguirla. Oigo a papá. Se le ha caído un vaso al suelo. Mañana sigo, voy a hacerme la dormida para ver si no me molesta.


19 de diciembre, sábado:




20 de diciembre, domingo:




21 de diciembre, lunes:


Tiene razón papá. La sangre es escandalosa; pero si es lo normal, es lo normal. Aun así, no me siento bien. Me gustaría poder hablar con alguien. Desde que murió Beti ya no tengo a nadie. Además, en sus últimos meses, estuvo tan callada, tan triste, que es como si hubiera muerto medio año antes. Se pasaba el día llorando en su habitación. Recuerdo bien sus últimas semanas. No salía nunca, no decía nada. Algún que otro sollozo y algún grito de dolor en mitad de la noche. Papá no se separó ni un solo instante de ella. Fue bueno; sin duda mucho más que mamá que no le hizo ningún caso. Nunca entenderé porque no me dejaron ir a su entierro y porqué no puedo hablar de ello con nadie. Ya sé que si hablo con alguien de Beti ella no descansará en paz; pero si los muertos están muertos, ¿a quién perjudico?. No lo entiendo. Pero papá y mamá se enfadan si saco el tema. Me duele todo. Papá me hizo daño. ¡Cómo rasca su barba!. Tengo todo el cuerpo irritado. Qué raro es eso de quererse. No me gusta querer. No me gusta que me quieran. Luego iré a seguir a la imbécil. Necesito salir de casa un rato. Espero que papá duerma toda la mañana.


....


Esta mañana, después de salir de aquí, he estado una hora escondida en el parque delante de la casa de la imbécil. Cuando por fin salió fue para ir al ‘Pato Azul’ a encontrarse con la gorda y con dos más que no había visto en mi vida. Estuvieron tomando refrescos y riendo escandalosamente. Seguro que se reían de mí. Las odio. Luego ha regresado a su casa y he visto que sus padres montaban los esquís en el coche y se iban sin las petardas de la imbécil y de su hermana mayor (que no sé como se llama). Sólo hago que darle vueltas a la cabeza. Seguro que si su hermana mayor se marcha por la noche con sus amigotas, la imbécil de Laura aprovechará para quedar con Javier. No sé que hacer. Estoy desesperada porque por las noches no puedo salir. Vendrá papá a quererme. Seguro.


....


Página 139


Está anocheciendo. Después de estar un rato medio dormido en el sofá, papá está en el sótano de nuevo; no me atrevo a bajar a ver que hace (si me ve se enfadaría mucho. ¡Maldita prohibición!). He aprovechado para intentar comer algo en la cocina. Me moría de hambre pero, una vez que he abierto la nevera, todo me ha dado asco y no he probado bocado. Papá sigue estando raro. No deja de mirarme cuando cree que no le veo. Y cuando me mira, haciéndose el dormido, sé que se toca. Sé que se toca. Sé que se toca. Hoy lo ha hecho un par de veces. Esta noche me tocará quererlo. No me gusta. No me gusta quererle. Ojalá fuera él el muerto y no mi hermana. O mejor aun, que mamá fuera la muerta. O los dos y que me dejen sola de una vez. Bueno, sola no, con Javier.


22 de diciembre, martes:


He matado a papá. No sé bien como pasó, pero sé que después de empujarlo escaleras abajo, no se movía. Aun debe estar ahí. Mamá llega esta noche. ¿Qué hago?. Podría esconderlo en el sótano. Tengo miedo.


....


Papá no está. Cuando he salido de mi habitación, me he asomado lentamente a la barandilla y él no estaba. Hay algo de sangre. He bajado poco a poco las escaleras. He pasado mucho miedo. Sólo me oía respirar agitadamente y se me escapaban pequeños sollozos. He mirado por todas partes del piso de abajo: cocina, comedor, despensa, baños. Nada. No me atrevo a bajar al sótano. Sé que debe estar ahí. Tengo miedo. ¿Qué hago?...


....


Él debe entender que fue sin querer. No quería hacerle daño pero él me lo estaba haciendo a mí. Me tocaba con sus rugosas manos dejando marcados sus dedos en mis muslos mientras, con su hiriente barba de tres días, destripaba mi cosita. Tengo que ir a pedirle perdón, tengo que bajar al sótano antes que anochezca y llegue mamá. Si se entera de todo esto se enfadará. No he sido buena niña, no he sido buena niña. Tengo que pedirle perdón. Voy al sótano a buscarle.


....


Creo que no me ha visto... creo que no me ha visto... o sí. No lo sé. He bajado sin hacer ruido porque no quería asustarle si estaba durmiendo. Casi al llegar abajo he oído que estaba susurrando algo justo detrás de la enorme estantería de trastos. Hay muy poca luz ahí abajo y no se ve prácticamente nada. Hablaba en un tono muy cariñoso, como cuando habla conmigo. He estado agazapada, no sé cuanto rato, hasta que he empezado a oírle roncar. Entonces, con mil pulsaciones y temblando de miedo, me he acercado poco a poco. Muy lentamente. Tenía mucho miedo. Al llegar a la esquina de la estantería he asomado la cabeza un solo instante. Detrás del cuerpo de papá que dormitaba apoyado en la pared, he visto la figura de una niña desnuda, que se tapaba la cara con las manos y que balanceaba su cuerpo desde sus propias rodillas hasta la pared; como si fuera un péndulo de carne. No se veía bien pero juraría que era Beti. Pero, ¡no puede ser!. ¡Yo la vi muerta en su habitación!. Papá me la dejó ver un momento desde la puerta. Recuerdo el blanco de su carne, el silencio de su boca y la quietud de su cuerpo. ¡Estaba muerta!, lo sé. Estoy medio mareada. Tengo hambre. Tengo sueño. ¡Y mamá sin llegar!. ¡La odio!. Voy a tumbarme un rato... me estoy marean...


Página 140



¡ Dios mío !. ¡ Es horrible ¡... ¡ no puede ser !. Beti está muerta y la tengo sentada a mi lado. Hace unos minutos me ha despertado la sensación de tener unos ojos clavados en mí. Me he sobresaltado y, al abrir los míos, he visto una figura blanca sentada en la silla de mi escritorio que me miraba quieta. Creo que se me ha parado el corazón un instante. He sentido un dolor en el pecho tan profundo que me han quedado los pulmones atrapados en una caja torácica inmóvil. He ahogado un chillido con las manos cuando he reconocido a Beti. Se me ha escapado un poco de pis. Sí Beti, mi hermana muerta. O la que creía que estaba muerta. Aun no lo sé. La tengo a dos metros y no sé que es lo que estoy viendo. Me estoy volviendo loca.


Al rato, al ver que no se movía, que no me hablaba, he empezado a moverme yo. Parece que me he tranquilizado un poco. No me he atrevido a acercarme a ella. Está ahí, a mi lado, callada y quieta. Con el pelo cayendo sobre sus ojos abiertos. Después intenté hablarle. Casi no me ha salido un ‘hola’ de la boca pero ha dado lo mismo. Parece que no me oye; sólo mira. Sólo me mira. ¿Y papá?, ¿qué será de p...


------- Se ha levantado. Beti se ha levantado y viene hac...

.....


Aún no me he recuperado. Es Beti y no está muerta. Está como en un estado de shock. Me recuerda a los pirados de la peli esa que le gusta tanto a papá. No sé qué de los ultracuerpos. Está como ellos; no habla, no me responde, nada de nada. Tiene los músculos flácidos. Lo único que demuestra que está viva son sus ojos azules en movimiento. Cuando ve algo que le interesa ancla su mirada fría en ello. Y sólo le intereso yo. Está muy delgada. La carne de la cara se le ha incrustado en los huesos faciales. Sólo me mira.


No sé que le puede haber pasado. Por las manchas de mugre oxidada que lleva su mini túnica blanca debe de haber pasado mucho tiempo en el sótano. De las paredes interiores de sus muslos veo sangre reseca.


Creo haber oído algo abajo. Parece la voz de mamá. ¡Y la de papá!. Están empezando a discutir. Como solapan los gritos de uno con la otra no alcanzo a entender bien qué dicen. Hablan de unas niñas. Escaleras. Sangre. Juntas. Arriba. Y suben.


23 de diciembre, miércoles:




24 de diciembre, jueves:




25 de diciembre, viernes:


Patricia, te quiero. ¡Feliz Navidad!

(Bettina, 12 de marzo)

4 comentarios:

  1. Es de lo más horrible que le leído, en mucho tiempo.
    Sabemos que esos monstruos existen, en este momento hay un juicio a uno, pero es espantoso leerlo en un diario de una niña.
    Tienes un extraño gusto por el dolor, la sangre y la muerte.
    A lo mejor es una denuncia, escrita de una manera demoledora y de está manera, zarandeas alguna conciencia. No sé.
    A lo mejor.
    Escribes magníficamente, pero algunas veces das miedito
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Hola nosequé...
    este cuentito es el que presenté al concurso de terror de Ábrete Libro del año pasado...

    ResponderEliminar
  3. no puedo creer la cantidad de patricias urquijo que pueden existir. ¡¡ WOW!!

    ResponderEliminar