viernes, 18 de febrero de 2011

Carta para Eki...


No tengo ganas de nada. Es uno de esos días (pocos en mi vida afortunadamente) en la que no me apetece crear. Que no siento las ganas por vivir momentos especiales. De hecho, estas líneas son un autocastigo que me he impuesto por sentirme así.

A nivel profesional las cosas no van bien en mi empresa. Somos vícitmas de la crisis. No entran ventas cuando debería ser uno de los momentos álgidos del año. Eso significa que pronto seremos un barco a la deriva.

A nivel personal no estoy centrado. Sólo siento la necesidad por aislarme por refugiarme, por encerrarme en mi mismo y de participar poco de la vida. Tengo cerca tres seres fantásticos; tres seres que me lo dan todo y que en buena parte, dependen de mí. Hago todo lo posible para que no les falte nada y hasta la fecha, lo consigo. Pero debo adelantarme al futuro para que este hecho no cambie. Y, lo más importante, debo adelantarme al presente y modificar mis hábitos y mis actitudes hacia ellos. No puedo permitirme este aislamiento. Debo reconducir mi actitud hacia mi familia y renegociar conmigo mismo la aptitud. Debo hacerlo por ellos y por mi.

A parte de los proyectos de mejora, debo también encontrar un punto de despegue. Me queda mucha vida y no debería permitirme dejarla pasar ahora que estoy en plenitud física y psíquica. Lo tengo todo y parece que lo valoro poco. Y no es así. Amo a los míos con toda mi fuerza, que es mucha… pero no se lo demuestro lo suficiente y, por tanto, eso no es amar de puertas hacia fuera. Enmascaro todos mis sentimientos excepto los que debería colocar detrás de la máscara. No he sabido nunca convivir con otros; pero no creo que sea por una cuestión de incapacidad, tan sólo pura y dura vaguería. Y REPITO... eso no es amar, querido Ekilibrio.

1 comentario:

  1. Todos deberíamos hacer en algún momento este mismo ejercicio de reflexión que tú haces, y por una vez escribirnos a nosotros mismos en lugar de escribirles a los demás.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar